para estúpidos

26.5.07

El Trono de Piedrecitas Blancas


¿Donde creéis, pequeños, que El ascendió? Los pequeños ratoncitos se miraron inseguros, rascando nerviosos con sus diminutas garritas el primer peldaño de las escaleras blancas.

Vamos, vamos, no tengáis miedo, no os voy a morder. El viejo ratón de pelo desgastado y sucio por la edad miraba la camada con ojos catarácticos y condescendientes.

-¿En Getsemaní? aventuró con su voz aguda e impertinente el más pequeño de ellos.
-¡No! Exclamó el negrito, allí besó al gato de los infiernos y luego compartieron dos aceitunas, una para él, y la otra para los discípulos, que no tenían hambre.
-Estúpido, gritó el gris dando cuatro saltitos exaltados- ¡Eso fue durante la Cena de Acción de Gracias!
-¡Que tonto! Logró decir uno de los gemelos, que de tanto reír y contorsionarse cayó dando tumbos escaleras abajo, ¡eso es algo que hacen cada año los Sirvientes para recordar que un día tuvieron Televisión! Añadió mientras subía, escalando a duras penas cada uno de los peldaños por los que se había precipitado.
-¡La televisión es un invento del diablo! En eso, al menos, todos estuvieron de acuerdo.

Algo nervioso por la ignorancia de las nuevas generaciones, el viejo ratón recobró el hábito olvidado de castañetear sus dientes. ¡Callaos todos! Exclamó de repente. ¿Es que vuestros papás no os han enseñado nada? ¡Tú, el negrito! Soltó exasperado, déjame ver tu cuaderno.

Los ratoncitos de la camada se quedaron paralizados por el terror. Jamás habían visto al Pontífice tan alterado. Todos bajaron la mirada al suelo, entre avergonzados por su desconocimiento de las sagradas escrituras y atemorizados por el exabrupto del patriarca, que en estos momentos hojeaba el cuadernito de su compañero, que, sin poderlo evitar, se había hecho pipí.

Fue entonces cuando el ratoncito blanco recordó: "A los tres días resucitó y a los cuarenta ascendió, en ese lugar se construyó el trono de piedrecitas blancas! ¡Este es el lugar, es este, es este!

Entre castañeteos de dientes, se oyó murmurar al pontifice "el blanquito tenía que ser".

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